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Ventura Morón, 2; Algeciras

La caña con la esponja y la lanza romana. Estefatón y Longinos

La caña con la esponja y la lanza romana. Estefatón y Longinos

Con este artículo, queremos analizar dos elementos que lleva el escudo de nuestra Real, Antiquísima y Venerable Cofradía del Santo Entierro.

En la parte central del escudo eclesiástico, observamos dos cruces latinas, la mayor en posición vertical y la más pequeña recostada sobre la anterior en aptitud nazarena. Los otros dos elementos son: la caña con el hisopo o esponja y la lanza.

La lanza y la caña, atraviesan las dos cruces y ambas salen por el vértice del ángulo recto formado por el palo vertical de la cruz grande o stipes y el travesaño o patibulum. La lanza va desde la parte baja de la izquierda del escudo, a la parte alta de la derecha del mismo, mientras que la caña con la esponja va en sentido contrario, desde la parte baja de la derecha a la parte alta de la izquierda del escudo,

Comenzaremos relatando de que Jesús fue conducido por una centuria romana desde el Pretorio donde Pilato dictó su sentencia, hasta el monte de la justicia llamado Calvario situado extramuros de la ciudad de Jerusalén. Dicha centuria estaba mandada por su primer Centurión Quinto Cornelio, que ostentaba el cargo de parte de la cohorte Itálica de la VI Legión. En el patio del Pretorio se formó la comitiva, compuesta por el centurión a caballo, con los soldados que custodiaban a los reos, acompañados de un buccinator o tubiceo tocando la tuba, el praeco pregonando el nombre de reo y sus crímenes. Mientras que otros llevaban las tablillas o se las colgaban del cuello de los reos.

Cuando llegaron al calvario a las afueras de Jerusalén, Jesús fue despojado de sus vestiduras, lo sujetaron al madero con clavos, y fue crucificado entre dos ladrones, Dimas a la derecha y Gestas a la izquierda. Mientras que al pie de la cruz estuvieron presentes, su madre la Virgen María con San Juan evangelista y las tres Marías1. Además de los soldados que ejecutaron dicha sentencia, entre ellos, los dos personajes del artículo:

Estefatón y Longinos, mencionados cronológicamente, ya que primeramente entro en escena Estefatón, él fue quien le acerco la esponja a los labios de Jesús y posteriormente Longinos, certificó la muerte con la lanzada en su costado.

De estos dos soldados romanos, el más conocido es Longinos, por el tema de la lanzada y por haber subido a los altares como San Longinos. La Iglesia católica, la ortodoxa y la armenia, lo veneran como mártir. En la Basílica de San Pedro de Roma2, existe una escultura del santo, donde es venerado como el soldado que abrió el costado del Señor crucificado. Bernini lo representa con los brazos extendidos en cruz, con una lanza en su mano derecha y envuelto en un manto que le rodea todo el cuerpo.

En cuanto al otro soldado, su nombre no se dio a conocer hasta las primeras tradiciones cristianas medievales su nombre: Estefatón, Stephaton, o Steven. Nombre apócrifo para el soldado que acercó la esponja entre los comentarios despectivos de los demás soldados que ridiculizan las palabras de Jesús, bromeando con que venga Elías para salvar a Cristo.

La primera vez que aparece dicho personaje, es a través de un manuscrito siríaco, pintado por el escriba Rábula3 en el año 586 d. C., realizado para el convento, hoy desaparecido de San Juan de Zagba, en Mesopotamia. Ver en la siguiente ilustración.

Representa una escena de la Crucifixión, siendo la más antigua que ha sobrevivido en un manuscrito, es una escena del calvario, donde vemos a Cristo crucificado levantado sobre

la cruz, sujetado al madero con cuatro clavos, situado en la parte central de la escena, entre los dos ladrones crucificados, pero estos a un nivel más bajo.

Jesús está aureolado con un gran nimbo, con barba y cubierto por una suntuosa túnica sin mangas, llamada colobium de color violeta, bordeado por dos largas bandas de oro, que lo cubre casi por entero, mientras que su rostro se inclina dulcemente sobre el costado derecho, donde está Dimas, el buen ladrón, representado como un joven imberbe, que inclina su cabeza compasiva y suplicante hacia Cristo.

Debajo de este, y en el extremo de la derecha, nos encontramos con una triste y melancólica Virgen María con su cabeza cubierta por un gran velo que la envuelve a casi toda ella, también nimbada y acompañada por el discípulo Juan.

Entre la cruz de Dimas y la de Jesús, nos encontramos con Longinos de pie portando la lanza que atraviesa el costado derecho de Jesús, donde se ve salir la sangre de su costado.

Al pie de la cruz de Jesús, tres personajes, tres soldados que practican el juego de la mora, donde cada jugador dice a la vez el número de dedos que cree que habrán extendidos entre las dos manos, de esta manera se juegan la túnica de Jesús, que está sostenida por uno de ellos. Aunque San Juan dice: como era una túnica sin costura, se la echaron a suertes a ver a quién le toca, de esta manera se cumplieron las Escrituras4.

Mientras que, en el lado izquierdo de la cruz de Jesús, se encuentra el mal ladrón, Gestas, que está representado con barba y que mira de forma arrogante a Jesús. Debajo y entre las dos cruces, aparece otro personaje de pie, portando la caña con la esponja en su mano derecha, con la intención de acercársela a los labios de Jesús, mientras que en su mano izquierda porta un cubo con la mezcla del agua y el vino, se trata de Estefatón.

Algo más alejado y a la derecha del espectador, aparecen tres mujeres, que, llevan sus cabezas cubiertas con un gran velo, a semejanza de como aparece representada la Virgen María, se tratan de las tres Marías.

Al fondo de la escena y por detrás de todos los personajes comentados, aparecen dos montañas, identificadas como los montes Gareb y Agra, colinas que rodean el Gólgota, con el sol y la luna encuadrando la escena. Se ha sugerido también que el Sol y la Luna podrían simbolizar la naturaleza divina y humana de Cristo. Para otros el Sol y la Luna representan la armonía entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, lo que Evangelio nos muestra a la luz del Sol, el Antiguo Testamento nos lo hace ver en la claridad imprecisa de la Luna y las estrellas. En definitiva, el Sol representaría la nueva religión, esto es, el cristianismo y la Luna, el judaísmo.

Tras esta breve descripción del manuscrito pintado por Rábula. Comentaremos que Estefatón, es el soldado que porta la esponja, observamos como con un gesto torpe aproxima su caña y su esponja a los labios de Jesús, mientras que en su mano izquierda porta el cubo con el agua y con el vino. Ninguno de los Evangelio le concede mucha atención a este momento. Se trata de un espectador anónimo que tiende a Jesús la esponja empapada en el agua con el vino sujeta a una caña de hisopo. Este gesto es considerado como malévolo en los evangelios de Lucas (23, 36) y Marcos (15, 36). Mientras Mateo (27, 48-50) y Juan (19, 28-29) lo tratan en términos más compasivo.

Juan describe la escena con gran precisión: Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba terminado, dijo: “Tengo sed”. Es su quinta palabra pronunciada desde la cruz. Testimonio recogido únicamente por Juan, por haber sido el testigo fiel de su muerte.

Ahora es cuando nos pide un poco de agua para su pavorosa sed desértica. Palabra que fue oída por uno de los soldados, por eso al oír las quejas de Cristo uno de ellos se conmueve, y empapando un hisopo o esponja en una mezcla de agua con vinagre con que ellos se refrescaban su propia sed y se lo arrima a la boca, y a los labios agrietados del Crucificado.

El pasaje de la Sed de Cristo es narrado por los cuatro evangelistas, haciéndose alusión a un soldado romano que ofrece a Cristo una esponja empapada en vino-vinagre. No se menciona su nombre en ninguno de los escritos originales. Este episodio puede aludir al Salmo 69:21: “En mi sed me dieron a beber vinagre”. En una tradición iconográfica originada en el arte bizantino, y continuando en el arte carolingio y otoniano, en representaciones de la Crucifixión, se mostraba regularmente junto a Longinos, con sus acciones mostradas simultáneamente, aunque en la narrativa bíblica, estas tuvieron lugar en diferentes momentos (la de Estefatón ocurre antes de la muerte de Jesús, la de Longinos ocurrió después) y otros sugieren que las imágenes no deben leerse como una narración simple, sino más bien como una mezcla de simbolismo y representación típica del arte medieval.

Seguidamente comentaremos la historia del vinagre o, mejor dicho, del supuesto vinagre que le dieron a beber a Jesús. ¿Qué hacía allí un recipiente lleno de vinagre? La respuesta a esta pregunta es mucho más sencilla si pensamos que aquello no era vinagre, sino “posca”.

La posca era una bebida que se elaboraba mezclando agua y vino picado o avinagrado. Normalmente, era el vino consumido por los ciudadanos que no podían permitirse uno de calidad superior y, sobre todo, por las legiones de Roma en sus múltiples campañas de conquista por todo el mundo conocido. Y aun teniendo un sabor nada agradable, tenía varias ventajas sobre el vino: era muy barato, no se corría el peligro de que se estropease (ya estaba picado) y era la forma más segura de beber agua (los egipcios utilizaban el vino como antiséptico y los persas como germicida). Así que, como Jesucristo estaba custodiado en la cruz por soldados romanos, es más fácil situar en esta escena un “recipiente lleno de posca” que un “recipiente lleno de vinagre”.

El escritor latino, Plinio el Viejo, se refiere a este acetum y afirma que al mezclarse con agua recibía el nombre de posca. Una bebida hecha con vino de poca calidad, pero muy popular en las clases más bajas del Imperio romano. Jesús tomó dicho “vinagre” antes de entregar su espíritu (Juan. 19:30). Longinos cuyo nombre proviene del latín con derivación griega que significa “alto largo”, es mencionado en los cuatro evangelios, pero se le suele identificar como tres personas diferentes dentro de estos: el que reconoce a Jesucristo, como salvador pronunciando “Verdaderamente, éste era el hijo de Dios”, el soldado que con una lanza traspaso el cuerpo de Cristo o como el soldado que se mantuvo custodiando el sepulcro. Estos son los comentarios de los evangelistas:

-San Juan (19, 33): “Pero al llegar a Jesús y ver que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con la lanza, y al instante salió sangre y agua”.

-San Mateo (27, 54): El centurión y los que con él custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, tuvieron mucho miedo y decían: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios”.

– San Marcos (15, 39): “El centurión que se encontraba frente a él al ver que expiraba así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”.

-San Lucas (23, 47): Al ver el centurión lo que había sucedido, glorificó a Dios, diciendo: ¡Verdaderamente este hombre era justo!

Posteriormente, Longinos, abandona su vida como soldado y se convierte en discípulo de los apóstoles para dedicarse a difundir el evangelio, muriendo como mártir en Capadocia. Santiago de la Vorágine en su “Leyenda Dorada” , cuenta: que, ya fuese por vejez o por enfermedad, tenía la vista muy debilitada, y que, al traspasar con su arma el pecho de

Jesús, algunas gotas de la sangre que brotó del corazón divino saltaron hasta sus ojos, y que al sentir la salpicadura comenzó a ver con perfecta claridad5.

También se dice que se estaba quedando ciego y al dar la lanzada, una gota de sangre del Salvador cayó sobre sus ojos y lo dejó sano al instante; por tal razón, abandonó la carrera de soldado y después de haber sido instruido por los apóstoles, llevó una vida monástica en Cesárea, Capadocia, donde ganó muchas almas para Cristo por medio de palabras y ejemplos.

Julio Luis Madrid Rondón

Médico y hermano del Santo Entierro 

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